Durante esta semana han estado soplando en nuestras
ciudades vientos prenavideños. Ya se empiezan a ver sonrientes Papanoeles que
nos desean, desde los escaparates, feliz navidad y prospero año nuevo. El verde
de los árboles y el brillante de las estrellas inundan las fachadas de los
comercios. No hay ninguna duda, si nadie lo remedia, un año más, va a llegar la
navidad.
Cuando yo
era pequeño esperaba a los Reyes Magos todos los seis de enero. Mientras
llegaba esa mágica fecha iba adelantando un paso a los camellos de sus
majestades que había en el nacimiento de mi casa. De mi infancia recuerdo las
mañanas de reyes, en las que todos los niños salíamos a la calle con la ropa de
la unión deportiva y un balón de reglamento.
Esos
recuerdos del pasado ya no se repetirán, se los cargó la globalización. Con el
tiempo un señor barbudo y vestido para soportar el frío apareció en el
horizonte en un trineo tirado por renos. Este buen señor empezó a repartir
juguetes el día de navidad y a poner coronas de muerdago en las casas. Como si
de un diseñador se tratara puso de moda el rojo y blanco de su vestido, a la
vez que llenó las calles de personas vestidas como él que reparten caramelos y
tocan una campana. Los días de reyes y de navidad, los pocos niños que salen a
las calles por la mañana, los otros están sentados en sus casas con los
videojuegos, lucen equipajes de fútbol que no reconozco. El año pasado, sin ir
más lejos, vi hasta un grupo de niños con un equipaje de béisbol.
La
globalización tiene un precio. Uno de ellos es el desempleo que va a crear en
el tercer mundo. Melchor, Gaspar y Baltasar son los primeros desempleados que
el nuevo orden mundial ha creado. Ya nadie los llama, ¿Para que quiere
una empresa contratar tres trabajadores cuando su mismo trabajo lo puede hacer
una sola persona?
Nuestros reyes magos son obreros sin
cualificar mientras que Papanoel se educó en los mejores colegios anglosajones
y sabe hacer también su trabajo que no necesita pajes. Melchor, Gaspar y
Baltasar están, técnicamente en el paro, como diría un economista “no son
productivos”.
Si nuestros
políticos quisieran hacer una campaña de apoyo a los reyes magos de oriente no
podrían, las normas de la competencia se lo prohíben, no se puede potenciar el
consumo de un producto por su procedencia, va contra los principios de la
globalización. ¿Tendrán paro los Reyes magos de oriente? ¿Podrán hacer
cursos de reciclaje? Mucho me temo
que no, ya que no son comunitarios.
A este paso
que vamos tendré que invitarles el año que viene a celebrar en mi casa el día
de acción de gracias, yo por si acaso, para no quedarme el último, ya estoy
aprendiendo a cocinar un pavo.
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