jueves, 29 de marzo de 2012

¿Somos verdaderamente libre?


Cuando estudiaba Derecho me enseñaron que la economía se regulaba por sí misma. Los precios se fijaban en función de la demanda y la oferta, sin necesidad de la intervención de nadie más. Esa "mano invisible" que "ordena" el sistema económico parece ser que actúa en otras facetas de la vida. Esta reflexión viene a cuento porque muchas veces los seres humanos desarrollamos nuestras vidas sin tener el control de la misma, como si otra "mano invisible" nos fuera marcando el destino. 

Desde pequeños nos señalan lo correcto y lo incorrecto,  lo que "es bueno que nos guste" y lo "que no es bueno que nos guste". Estudiamos "lo que más salida tiene", compramos "lo que se supone que nos va a hacer más felices", comemos "lo que es más sano"...

El problema es delimitar quién es el que dice "lo que es correcto o no", "lo que es bueno que nos guste", "lo que más salida tiene o no", lo que "nos hace más felices" o lo que "es más sano". Al final se hace caso a "ese ente guiador" y cuando nos damos cuenta no somos nosotros mismos, "sino aquél que la mano invisible creó".

Quizás la primera revolución es decir basta y empezar a decidir por nosotros mismos lo que queremos hacer, sin atender a "la mano invisible".

Por cierto, pónganle a "esa mano" invisible el nombre que quieran; sociedad, machismo, feminismo, familia, estatus social, capitalismo...

Estas palabras me suenan muy bonitas pero el problema viene cuando nos damos cuenta de que necesitamos comer, vestirnos y un techo. En ese momento se debe elegir entre "el propio camino" con riesgo y sin meta segura o "coger el camino señalado", quizá con menos riesgo pero también (como están los tiempos) sin meta segura.

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